Repensar la política desde la ética

¿Es posible, en medio de este panorama oscurecido, repensar la política desde la ética? Por último –en este enumerado breve e incompleto– están los que, desde una concepción utilitarista de la política, argumentarán que la ética no siempre es compatible con el ejercicio práctico del poder. El autor de “El Príncipe”, señala Sartori (2003), teorizó con inigualable vigor sobre la existencia de un imperativo propio de la política: la política tiene sus leyes, leyes que el político “debe” aplicar. Para el primero, la política es considerada como el lugar común de la hipocresía, la mentira, el engaño y los demás vicios contrarios a la libre ejecutoria del hombre moral. Si alternamos indistintamente ética y moral es porque Ferrater Mora, en su clásico diccionario, está persuadido de que lo ético se ha identificado cada vez con la moral, al punto de que “la ética ha llegado a significar propiamente la ciencia que se ocupa de los objetos morales en todas sus formas”. Volviendo a la cuestión central, y aunque reconociendo previamente las jerarquías autónomas de la ética y la política, y la irreductibilidad de la una a la otra, no deberían existir impedimentos razonables para la constitución de una nueva entidad: la política moralizada (Vidal y Santidrián). Revalorar el debate sobre la ética es fundamental en estos tiempos en que miles de jóvenes empiezan a incorporarse activamente a la vida política. Urge, más que nunca, repensar la política desde la ética. “Por demasiado tiempo se pensó en la política como una escalera para la ascensión personal, social y material. ...[Leer más]